Hacer un regalo de los de "porque sí" no tiene nada de compromiso y mucho de recuerdo y agradecimiento. Mucho de "esto es para ti, porque no puede ser para otro", pero si además el regalo no se compra, sino que se piensa y se elabora, te da una libertad infinita para cavilar sobre esa persona e intentar que le guste.
Eso fue lo que pasó con una amiga que nos acogió en su casa y nos trató con un esmero y cariño especial.
Esta mujer es inteligente, sensible, directa, entrañable y muy, muy castellana. Adora la tierra, las buenas y sanas costumbres, y como no, la buena mesa.
Varias ideas se fusionaron para crear sobre un plato blanco de loza, la ilustración, pero no sólo era eso, también el diseño contemplaría la forma de entrega y el ritual del desembalaje. Todo muy enraizado con el campo, el alimento, los materiales nobles, el color de las cosas, la relevancia del origen, el pasado, el calor, el detalle…
Tampoco voy a desvelar el porqué del animalito elegido, esos ya son códigos que sólo algunos deben leer.
Utilizando una mezcla de goma laca en escamas y etanol, además de pigmento de cobre se creó el fondo. Una vez seco se procedió a dibujar con rotulador de base de alcohol y con técnica puntillista la figura del animal.
Para el envoltorio tiré de recuerdos…
Visualicé mi infancia en el pueblo, esos manteles de algodón para comer, esas grandes servilletas y paños en los que se guardaba la hogaza del pan, las macetas del patio, la madera y las fuentes decoradas en el centro de la mesa…
Tan sólo era reproducir ese cuidado y envolverlo dentro de un paño de aquellos, y para cerrar el paquete una arandela de madera y una rama con frutos. Sencillo y con ese sabor que ella y yo compartimos.
Espero que os guste tanto como a ella… Feliz lunes.
Vir