Recuerdo con auténtico pavor el miedo que sentía cuando en el colegio llegaba la época del salto de valla. Echaba mi memoria a trabajar y resucitaba aquellas imágenes de niñas con muletas y escayolas.
El fin del segundo trimestre era un ir y venir de comentarios sobre si ese año también estarían. "- Pues las de Bachillerato ya han empezado, las siguientes somos nosotras…" Total, que el ambiente iba haciéndose cada día más denso en cuanto a miedos se trataba.
Os cuento esto, porque esta semana he tenido la oportunidad de asistir al "Salón Mi Empresa", foro y punto de encuentro de emprendedores amateur, consolidados e inversores con ganas de apoyar el talento.
Dos jornadas de charlas, experiencias, contactos y exposición al miedo…
En una de las charlas, conducida por Alfonso Alcántara, se incluía la frase que veis al comienzo del post y que me ha servido para el diseño del cartel: "Si no te arriesgas a nada, te arriesgas en todo" de E. Jong, pero que sumada a una del propio Alfonso, me dio mucho que pensar: "No esperes a ser valiente para actuar, actúa como si lo fueras".
En el mundo del emprendimiento en el que estoy inmersa, es importantísimo recordarte casi a diario estas frases, porque infinidad de vallas te saldrán al paso, y no llevarás el calzado ni la ropa adecuada, y podrás caerte, y el viento soplará en tu contra, y verás que otros caen, pero deberás mirar al frente, focalizar el objetivo y emplear todas tus fuerzas para saltar el obstáculo, porque de lo contrario, a una valla sumarás otra, y otra, y el miedo a la escayola te paralizará y en ese momento habrás arriesgado tu sueño.
Gracias Alfonso
Buen fin de semana, y piensa en las vallas que has saltado, ¿por qué ha de resistírsete la que puedes estar viendo ahora?
Virginia
Muy buena reflexión Virginia, sobre todo la última pregunta qué haces. Hay vallas de todo tipo, de las que te ponen los demás y de las que se pone uno mismo, o mejor dicho, imaginarias, de esas que es uno mismo el que cree que tiene enfrente. Mejor pensar que lo que tenemos enfrente es un trampolín, ¿no? puestos a imaginar...
ResponderEliminarEfectivamente, las vallas pueden ser de todo tamaño y color, incluso imaginarias, y sin duda estas son las peores. Ahora, la satisfacción de saltarla es tremenda, porque lo primero te has expuesto, te has medido y has salido victorioso. Y desde luego, una vez saltadas y superadas, la experiencia se convierte en un trampolín.
EliminarPor cierto, de niña, aunque me daban mucho miedo-respeto, no las saltaba del todo mal, pero ver las escayolas y las muletas me aterraba.