Los que habitualmente pasáis por esta casa, sabéis de mi debilidad por las lámparas, por la luz… pero lo que no sabéis es mi historia con estos objetos que pueden llenar un ambiente de poesía, energía, calma o color.
Cuando era niña, me encantaba pararme a ver los escaparates de lámparas, me llamaban la atención aquellos lugares en los que convivía arañas de cristal de roca y latón, pequeñas lámparas decó y modernas luminarias llenas de arquitectura y color.
Recuerdo, ya en mi casa ver lámparas con ruedas de cuentas de este cristal y una Tizio en el despacho de mi padre, también una fantástica lámpara con poleas que tenía mi abuela en la salita de estar e incluso tirarme al suelo para poder contemplar como Dios mandaba las lámparas en la Granja de Segovia con el consiguiente susto de las monjas que nos acompañaban.
Son muchas las lámparas que tienen una atracción especial sobre mí, sus formas, sus texturas y materiales, y sobre todo, cómo emiten la luz y crean sombras, cómo dibujan de manera caprichosa encajes, o cómo el cristal descompone la luz regalando ciencia y espectáculo.
Lámparas Oliva era una de aquellas tiendas en cuyos cristales dejé mis huellas. Y como podéis ver, sigue proporcionándome inspiración para poder seguir "Soñando siempre con Luz"
Con el paso de los años, este cariño ha ido en aumento. He imaginado historias, pequeños cuentos de quien pone en su vida objetos que estimulan su imaginación.
Últimamente he dibujado muchas lámparas, me sorprendo mirando con admiración formas y encontrando intenciones, disfrutando del placer de rodearme de objetos que me hagan sentir bien. Fue así como poco a poco fui confeccionado esta ilustración que tuve el placer de presentar a Raquel Oliva, vicepresidenta de Lámparas Oliva.
Gracias, Raquel por saber apreciar mi trabajo…
Virginia
Preciosas imágenes de tu mano Virginia... no me canso de decir que me encanta tu estilo. un abrazo
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