Carmen asiente como de costumbre.
Como de costumbre, se arrepiente de haber asentido.
Pero asentir, sin pensar, dejándose llevar… y luego despreciarse, es todo una.
Sobre esa mantilla de barro se jura respeto.
Sobre esa mantilla de barro derrama, quizá, su penúltima lágrima.
Sobre esa mantilla de barro, tan familiar como su propia sombra, se repite que esa será la última vez que duerma su vida con aquel cruel amigo.
Virginia
Qué buena asociación entre esas mujeres silentes y sometidas y esa taberna rancia, donde Soberano sigue siendo cosa de hombres.
ResponderEliminarLoque, el alcohol no entiende de hombres o mujeres… bien es cierto que podría haberse interpretado como otro tipo de relación.
EliminarEsto de las interpretaciones es lo que tiene…
Un beso
Vir