El sol me da en la cara y tengo los ojos cerrados. He notado una sensación diferente. Los he abierto y te he visto, fuerte y delicada, con una precisión milimétrica y unos movimientos elegantes. Estática si querías y con una belleza más que evidente, por eso has sido y eres musa de muchos.
Me estás viendo, no sé cómo… si formando pequeñas teselas, deformada como si utilizaras un ojo de pez o tal cual soy, otro bicho más de los que abundan en este mundo, tu visión 360º te lo permite.
Sobrevuelas el agua. No sé si pretendes beber o dar captura a algún mosquito, pero me has hipnotizado. No llego a comprender porque también te llaman caballito del diablo… del diablo, una palabra demasiado grande para algo tan pequeño, bueno, si seis o siete centímetros es pequeño para un insecto.
Mientras te observo he establecido varios paralelismos con las personas.
Poderosas y frágiles a la vez, perfeccionistas y por ello temidas, bellas de lejos e intimidantes de cerca, desconocidas e injustamente tratadas…
Curioso…
Sus ligeros reflejos sobre el agua, sus movimientos en cualquier dirección, su estatismo, su incapacidad para andar y su destreza al volar, sus colores tan cambiantes como atractivos, su inofensivo carácter… me han hablado de la verdadera identidad y de la imagen. De lo que somos y de lo que parecemos, de lo que a veces coincide y otras sufre un gran desajuste…
De reconocer el reflejo del agua en calma…
Virginia
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Aquí os dejo un enlace por si queréis saber algo más de las libélulas. No esperéis algo de corte científico, es algo más amable e igualmente ilustrado.
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