Estás ahí, esperando, como yo. Pareces nervioso. Te has traído un libro para intentar sosegar tu ánimo pero no lo consigues.
Abres el libro, lo cierras, lo das una vuelta y otra, y lo ojeas una vez más por detrás.
Tomas tu teléfono, último modelo… Lo activas. Nada, sin novedad en el frente. Lo guardas. No lo terminas de guardar y lo vuelves a sacar…
El libro se cae. Lo miras y te fastidia su posición.
- Paso.
Pantalla en negro, lo activas. Nada. Lo metes en el bolsillo de la camisa.
Suena mi móvil. Te aceleras y lo vuelves a sacar. Lo guardas y me miras como si te hubiera hecho una faena y de las gordas…
Te llaman desde la recepción, ya está listo tu coche. Firmas, pagas y te marchas.
Reparo en el libro que sigue aún en el suelo. Lo recojo y salgo detrás de ti.
Estás al teléfono, en silencio, escuchando y con la cara desencajada… no me atrevo a acercarme más. Nos separan unos cinco metros. Avanzas unos pasos y sacan tu coche. Me lanzo, has colgado.
- Disculpa, te dejaste el libro…
Me miras de nuevo… todo te molesta…
- Quédatelo, total, ya no podré dárselo…
Te subes al coche y metes primera. Desapareces.
Me has dejado ahí, de pie, y con un montón de preguntas…
Si no sé lo que pasa, por qué me afecta? Es fácil, por tu gesto.
Virginia
No hay comentarios:
Publicar un comentario