Me callo…

Porque sigues aún dormido, tranquilo y no quiero despertarte…

Me callo, porque me has demostrado un valor, un esfuerzo y una inteligencia fuera de toda duda…
Me callo, porque estás llamado a algo grande…
Me callo, porque el orgullo que siento me corta las palabras…
Me callo, porque me sorprende tu capacidad de perdón, tu ilusión por la vida y tu infinita generosidad y afecto, incluso para los que no lo han merecido…

Te podrías haber hundido y metido debajo del ala,
podrías haber perdido el foco de tu futuro más inmediato, pero te has crecido ante la adversidad, ante el aislamiento y ante las dificultades propias de tu edad.

Hijo, me has dado una lección.
Has sabido templar el ánimo, imaginar otros escenarios y salir victorioso.

Ahora te miro, doce años, y mido mentalmente la distancia que queda a los pies de la cama.
Has crecido, mucho, pero ya no es una cuestión de centímetros…

Me callo. Descansa, aunque puedas oirme desde dentro.

Virginia