Como todos los domingos se levantó temprano para hacer una comida especial y un postre que festejara una comida juntos.
Como todas las mañanas de domingo se quedó sola en compañía de la radio.
Como todos los domingos había partido, entrenamiento y cosas que hacer… como todos los domingos…
Ya estaba hecha y no esperaba cambios…
Como cada domingo a media mañana le dolían las piernas de tantas horas de pie.
Como cada domingo le dirigía unas palabras a algún tertuliano, opinaba y disfrutaba con alguna canción…
Era domingo y confeccionaba el menú para andar algo más desahogada a lo largo de la semana,
era domingo y disfrutaba, padecía, agradecía y maldecía el estar sola…
La locutora a eso de las once comenzó una reflexión que terminaría en un nombre y una canción…
Pensó en las palabras que escuchaba… como cada domingo…
Por un momento pensó en la felicidad, en la soledad, en la rutina, en los hijos, en ese marido intermitente, pensó… y de golpe, se sentó.
Detuvo la sorpresa, rebobinó los últimos segundos y volvió a escuchar su nombre y la voz de su marido que narraba una realidad en directo. La suya.
Miró por la ventana y los vio mover los labios, y sonreir, y agitar las manos… y hablar con una locutora que la sorprendía con un "Gracias" y un "Feliz Día, Mamá"
Feliz día.
Virginia
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