Te veo venir con esa carita de no haber roto un plato en tu vida,
con esa mirada lastimera de perrito apaleado,
con esa arbitrariedad de palabra de quien ha perdido algo en el camino y se mueve entero.
Te acercas
con sonrisas y penitas que aunque sean ciertas no te afectan como dices.
Te acercas más
y te veo
y reconozco juegos y pequeños abusos, pequeñas estratagemas…
Te veo venir
y no sé si dar tiempo al tiempo o sellar la entrada.
Te veo venir y pienso…
Estoy cansada de mansos gatitos que se llevan,
sin dar abiertamente la cara.
Virginia
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