He llegado temprano, la plaza está prácticamente vacía.
Hace fresco y se agradece una "chaquetita" que diría mi abuela.
Las sombras son azules y las luces doradas…
He ido a comprar una torta de pan caliente y te he visto sentada en una pequeña mesa que Agustina tiene fuera.
Café, pan con aceite y un pequeño mantecado que lleva el sello de Agustina.
Te sorbes el periódico y de vez en cuando levantas la cara y dejas que el sol la caliente. Troceas el pan, escurres el exceso de aceite y retiras las migas que cayeron al morder.
Te calculo unos cincuenta y no consigo adivinar tu historia. Pareces tranquila, habituada a tales rutinas placenteras… Te acompaña una pequeña libreta y un estupendo Faber Castell.
¿Escribes?, ¿anotas ideas?, ¿haces listas?, ¿viertes emociones?… Sonries y pierdes la mirada lejos.
¿Cuál es tu historia? Me siento cotilla, mucho. Apostada en una columna como una cría chica siento la tentación de fotografiarte, pero reprimo la iniciativa de congelar tu tiempo que parece fluir sin prisa pero sin pausa, sereno.
Virginia
Buen fin de semana. Hasta el lunes. Ya sabéis que aquí no se pasa lista, pero vuestras visitas me hacen muy feliz…
Artist!!!!
ResponderEliminarContadora de historias… ya sabes "La vida se traduce en imágenes que cuentas cosas y palabras que dibujan ideas"
EliminarPrecioso, Vir.
ResponderEliminarPodría haber sido yo... o tú. Cualquiera que disfrute de un momento de placidez y aceptación gozosa de la vida.
Cierto, debe haber momentos para todo. Lo que hay que conseguir es que por pequeños que sean seamos capaces de disfrutar y aprender de ellos.
ResponderEliminarComo le digo a hijo: "Cuando se come se come, cuando se juega se juega y cuando se estudia se estudia".
Precioso relato Virginia.
ResponderEliminargracias, vogue
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