Un día decidí conservar tus manos y fijar su tamaño y forma,
ese martes, no era nada especial y contabas con cinco años.
Un día de tantos que me acariciaste la cara, me llamaste mamá y me diste un beso.
Una tarde de esas que tu sonrisa y tu llanto te hacían persona.
Te encaré el molde y sin miedo apretaste. Y te emocionaste al ver el resultado y quisiste repetir con cara, pies, y vuelta y media a las manos. Te diste cuenta del poder de la fuerza y lo que era aprender algo.
Te pedí de nuevo las manos y allí quedaron como testigos de un tiempo y una tarde de martes.
Ahora las miro con ternura y hago memoria de esos años.
Ahora uno nuestras manos tibias y me doy cuenta de cómo pasa el tiempo…
Vir
Ahora las miro con ternura y hago memoria de esos años.
Ahora uno nuestras manos tibias y me doy cuenta de cómo pasa el tiempo…
Vir