
Llego tarde y me toca esperar… Odio la impuntualidad, odio llegar tarde, pero a lo hecho, pecho. Saliste con la hora pegada, el tráfico remató y puso el fin de fiesta.
Sentada en la silla, miras la compañía: una pareja de jubilados, varios personajes inclasificables y un niño al fondo.
El 30, mi número. Entrego la documentación, me escanéan el rostro, la huella y el policía me hace comprobar los datos. Correcto! Vaya, vaya cómo ha cambiado esto…
Me tiras de la blusa e intentas subirte encima de mis piernas. El niño de antes… El crío me mira y me da un beso en la mejilla.
El policia me pregunta si es mi hijo. Yo, sorprendida y con la criatura aún encima de mis piernas, le digo que no. Miro para atrás.
Tranquilamente se acerca un individuo que presumo que es el padre. Con bermudas tropicales, chanclas y una camiseta digna de un chiringuito playero de las Bahamas.
El niño sigue entre mis brazos, acurrucado. Le pregunto si es su hijo. No me contesta. Me hace un scaner de arriba abajo y me separa al niño.
Miro al policia que se encoge de hombros.
Me quedé con ganas de devolver el beso al crío, ha sido todo tan rápido y tan raro…
Vir
Me quedé con ganas de devolver el beso al crío, ha sido todo tan rápido y tan raro…
Vir