21.7.14

A carreras…



Ahora mismo no sabes ni dónde vas, has ido y has venido del orden de tres o cuatro veces llevando una cucharilla en la mano, un bote de champú y el carnet de la biblioteca del chico. Has dado varias órdenes y te has encaminado a la cocina… 

Has subido arriba, has dejado el chámpú pero has vuelto con el carnet, una toalla para lavar y sin la cucharilla. ¿Dónde la has dejado? Ni idea, repasas mentalmente y antes de perder más tiempo repites la ruta. Nada, ni rastro. Desistes. Ya aparecerá… 

Te miras las manos, ¿dónde he dejado el carnet? Esto ya empieza a preocuparte… Te sientas, te dices a ti misma que no pasa nada… invocas a la calma pero recuerdas que ya hace un rato la mandaste a recoger la ropa… Ah, si, es verdad, no lo recordaba. 

Como a lo largo de estos místicos pensamientos has llegado a la cocina, abres el frigorífico para terminar de hacer la lista de la compra y… !Alabado sea el Santísimo! apareció el carnet encima del tupper del brócoli…

Te ries por no llorar. Esto de ser multitarea no puede ser bueno… Te estás partiendo de la risa con las manos en el cajón de la verdura cuando aparece tu hijo que te mira confundido… sí, dejémoslo en confundido… te mira de arriba abajo, a cámara lenta, coge la botella del agua y sin quitarte los ojos de encima, te dice: ¿Mamá, estás bien?

¿Qué le contesto? ¿Qué mato neuronas a puñaos todos los días…?

Vir

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