20.2.15

Coge impulso y salta la valla…



Recuerdo con auténtico pavor el miedo que sentía cuando en el colegio llegaba la época del salto de valla. Echaba mi memoria a trabajar y resucitaba aquellas imágenes de niñas con muletas y escayolas.


El fin del segundo trimestre era un ir y venir de comentarios sobre si ese año también estarían. "- Pues las de Bachillerato ya han empezado, las siguientes somos nosotras…" Total, que el ambiente iba haciéndose cada día más denso en cuanto a miedos se trataba.

Os cuento esto, porque esta semana he tenido la oportunidad de asistir al "Salón Mi Empresa", foro y punto de encuentro de emprendedores amateur, consolidados e inversores con ganas de apoyar el talento.

Dos jornadas de charlas, experiencias, contactos y exposición al miedo…

En una de las charlas, conducida por Alfonso Alcántara, se incluía la frase que veis al comienzo del post y que me ha servido para el diseño del cartel: "Si no te arriesgas a nada, te arriesgas en todo" de E. Jong, pero que sumada a una del propio Alfonso, me dio mucho que pensar: "No esperes a ser valiente para actuar, actúa como si lo fueras".

En el mundo del emprendimiento en el que estoy inmersa, es importantísimo recordarte casi a diario estas frases, porque infinidad de vallas te saldrán al paso, y no llevarás el calzado ni la ropa adecuada, y podrás caerte, y el viento soplará en tu contra, y verás que otros caen, pero deberás mirar al frente, focalizar el objetivo y emplear todas tus fuerzas para saltar el obstáculo, porque de lo contrario, a una valla sumarás otra, y otra, y el miedo a la escayola te paralizará y en ese momento habrás arriesgado tu sueño.

Gracias Alfonso

Buen fin de semana, y piensa en las vallas que has saltado, ¿por qué ha de resistírsete la que puedes estar viendo ahora?

Virginia

2 comentarios:

  1. Muy buena reflexión Virginia, sobre todo la última pregunta qué haces. Hay vallas de todo tipo, de las que te ponen los demás y de las que se pone uno mismo, o mejor dicho, imaginarias, de esas que es uno mismo el que cree que tiene enfrente. Mejor pensar que lo que tenemos enfrente es un trampolín, ¿no? puestos a imaginar...

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    1. Efectivamente, las vallas pueden ser de todo tamaño y color, incluso imaginarias, y sin duda estas son las peores. Ahora, la satisfacción de saltarla es tremenda, porque lo primero te has expuesto, te has medido y has salido victorioso. Y desde luego, una vez saltadas y superadas, la experiencia se convierte en un trampolín.

      Por cierto, de niña, aunque me daban mucho miedo-respeto, no las saltaba del todo mal, pero ver las escayolas y las muletas me aterraba.

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