12.2.13

Gente que muere en el borde de cada palabra…



No es que preste especial atención a las conversaciones de los demás, pero la de aquella mujer me hizo darme cuenta de cuanta fortuna y seguridad reinaba en mi vida. 

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Eran las 8 de la mañana, invierno, de noche y salía de trabajar, de cuidar a otros… 

Su mirada estaba perdida y apenas si podía mantener su pequeño cuerpo. Se sentó en el banco de la parada y mirando fijamente su móvil espero a que sonara la alarma. 

Marco con rapidez y se le encendió la mirada cuando escucho la voz que contestaba. 

- Cariño, qué tal has pasado la noche? Se ha levantado ya tu hermano? 
Te he dejado apuntado en el bote la cantidad de medicina que tienes que darle. 

- (…) 

- No te preocupes, eso es bueno, pero que salga abrigado al colegio. 

- (…) 

- Yo llamaré a la señorita, tu haz lo que te digo. 

- (…) 

- Mi vida…, tienes que cuidar de tu hermano.… 

- (…) 

- Ten cuidado al calentar la leche (se le desencaja la mirada y se ahoga en su angustia y desesperación), no te quemes y no lleguéis tarde al colegio. 
Mama te quiere mucho. Dale un beso a tu hermano y otro muy fuerte para ti, mi amor. 

- (…) 

- No se que haría sin ti (y sonríe con dolor), bueno luego te llamo que llega el autobús. 

Sube y yo la sigo con la mirada, la veo como se sienta y limpia el cristal que está algo empañado. Hace mucho frío.… 

A lo mejor vuelve a casa, a lo peor, continúa cuidando a otra persona, a otros niños, que por supuesto, no son los suyos… 




Que tristeza…, su maternidad quedó secuestrada por su necesidad…

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